Nuevo Orden 2.0. El juego geoestratégico por la dominación global

El ejercito británico debe ser el proyectil disparado desde la Marina Real

Sin desmerecer la inestimable tarea de nuestra marina real en su labor de salvaguardar el comercio internacional, y mantener la integridad territorial del Imperio.
El autor del presente artículo desea hacer notar que en todos y cada uno de los pulsos mantenidos por nuestra nación contra la tiranía, el fin del déspota ha sido siempre ejecutado por el ejército.

Si bien es cierto que sin las hazañas de Lord Nelson, Napoleón difícilmente habría sido detenido. No fue sino el Duque de Wellington quien, tras ser provisto de un bien disciplinado y equipado ejercito pudo dejar definitivamente al dictador corso fuera de la escena política francesa.

Vivimos tiempos cambiantes, donde el aislamiento geográfico del cada rincón del Imperio Británico se pone en duda ante los avances tecnológicos:

El ferrocarril Transiberiano permitirá a Rusia proyectar una abrumadora potencia militar sobre Extremo Oriente sin que la nuestra marina pueda hacer nada por entorpecerlo.
La industrialización Unionista amenaza con poner en jaque a nuestros socios canadienses.
El Proyecto de ferrocarril Berlin-Basora refuerza el papel preponderante alemán vertebrando el Pangermanismo hacia los mismos balcanes.
Hace solo 80 años del desembarco británico en los Países Bajos, campaña que finalizó con la derrota de Napoleón en terreno Belga. Hoy en día el autor de las siguientes lineas pone en duda que un desembarco ya no ofensivo, si no defensivo en defensa de nuestros ciudadanos Hannoverianos tenga alguna posibilidad de triunfo en la situación actual de nuestro ejército, o si nos veremos abocados a una nueva Balaclava.

Dios salve a nuestra Reina y a su Glorioso Ejército.